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Editorial
afectividades otras / magias / cuerpos
Victoria Pérez Royo¹ + Rut Martín Hernández²
Victoria Pérez Royo es profesora de Estética (Unizar), ha sido co-directora del Máster en Práctica Escénica y Cultura Visual (UCLM, Museo Reina Sofía 2010-2019) y profesora invitada a programas universitarios de arte en Holanda, Alemania, Bélgica y Finlandia, Argentina, Costa Rica, México, Brasil y Chile, entre otros. Ha desarrollado contextos para la investigación desde las artes con La Casa Encendida, Museo Reina Sofía y Matadero Madrid. Últimas ediciones: Componer el plural. Cuerpo, escena, política (2016, con Diego Agulló) y Dirty Room (2017, con Juan Domínguez), y Time has fallen asleep in the afternoon sunshine (2019, con Mette Edvardsen).
Rut Martín Hernández. Profesora Titular del Departamento de Pintura y Conservación Restauración en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Mi investigación se centra en el estudio de las prácticas artísticas contemporáneas, la imagen y su relación con las formas de conocimiento. De forma particular estas investigaciones abordan los vínculos entre las prácticas artísticas y el cuerpo (desde la enfermedad y cuestiones identitarias), los procesos sociales (el arte como eje transversal en procesos comunitarios y prácticas colaborativas) y los procesos afectivos (arte contemporáneo y giro afectivo). He dirigido los proyectos I+D “El cuerpo enfermo en el arte” (2008/B005) y “Corporalidad e Identidad en el arte contemporáneo” (2010/B001) (F.U. Antonio Gargallo U. Z.). Actualmente codirijo, junto con José Enrique Mateo León, el grupo de investigación “Prácticas artísticas y formas de conocimiento” (UCM-9700588) y formo parte del grupo “Estética y Filosofía de la Imagen” (H67-UZ).
La magia en el título
de esta revista es una provocación, un
revulsivo para remover las tranquilas aguas de las certezas y los marcos de
comprensión con los que a menudo nos acercamos a las prácticas
artísticas contemporáneas. La constelación de términos que
abre la magia permite poner en diálogo determinadas derivas del
giro afectivo, con saberes altermodernos de culturas ancestrales, con
ciertos planteamientos del ecofeminismo, con cuentos, con miedos
y fantasías que poblaban nuestros sueños y pesadillas de infancia;
permite espejear entre la potencia política de la imaginación en las artes, la
ciencia ficción, los mundos de fantasía de la industria cultural y los imaginarios
cotidianos y facilita trazar alianzas entre prácticas afectivas, lúdicas, rituales y
críticas. Permite reunir investigaciones artísticas muy diversas y articularlas en
torno a su cuestionamiento de la corporalidad moderno-colonial y a su
dimensión política afirmativa mediante la imaginación y fabricación
de otros posibles.
Con este número 5 de ¬Accesos. Revista de Investigación
Artística queremos ofrecer un nuevo contexto que reúna
diferentes investigaciones y prácticas que están insatisfechas
con el marco limitado de acción y relación que permite el
repertorio actual de corporalidades hegemónicas contemporáneas
y que, de diversas maneras, buscan abrir formas recurriendo a vínculos
imposibles, flujos afectivos o a capacidades del cuerpo impensables dentro de
nuestra episteme corporal (Foster, 2011) moderno-colonial. Observadas desde este
eje, se revelan como prácticas con una dimensión política que se cifra en la reinvención e
imaginación de cuerpos anacrónicos, en el rastreo de huellas de corporalidades de
culturas no occidentales (Anzaldúa, 1999), en el cuestionamiento
de la comprensión moderno-colonial del cuerpo,
en el despliegue de una imaginación política y en el
poder visionario de las ficciones (Mombaça, 2019), así como a
la potenciación de afectividades que permitan unos procesos de subjetivación
1. Universidad de Zaragoza, vicpr@unizar.es
https://orcid.org/0000-0002-0518-975X
2. Universidad Complutense de Madrid, rutmartin@pdi.ucm.es, https://orcid.org/0000-0002-3304-091X
otros. Son prácticas que se orientan a desplegar
capacidades empáticas e imaginativas desde las que trazar alianzas
y transformarse junto con otros cuerpos subalternos, a posibilitar y abrir
experiencias, conexiones e identificaciones que parecían impensables dentro
de los marcos corporales y relacionales prevalentes hoy. Partimos del diagnóstico
de una corporalidad empobrecida que estas prácticas abren, ficcionan, multiplican,
complican, transforman. En los inicios de la modernidad se comienza a configurar una
nueva episteme corporal, determinada por la confluencia de nuevos
saberes y prácticas tales como la filosofía mecanicista, los teatros anatómicos,
el disciplinamiento del cuerpo para un trabajo maquinal en un capitalismo extractivista incipiente, que, junto con muchos otros factores como la persecución de la magia y el animismo, acaban reduciendo las facultades corporales a mera fuerza de trabajo (Federici, 2010) y produciendo una alienación del sujeto respecto a su propio cuerpo. Actualmente, en el contexto de la tecnosfera, se somete a los sujetos a lógicas relacionales específicas: su inmediatez y velocidad vertiginosa han fabricado una ilusión de corporeidad datificada e instantánea que se desliza por las redes a la velocidad de los bits, mientras los cuerpos reales se quedan atrás, o a un lado, sin capacidad de vertebrar la experiencia y de conectarse entre sí desde su carne, o haciéndolo a pesar de ella. En definitiva, se puede decir junto con Alba Rico (2017) que “nuestra civilización ha tomado partido contra el cuerpo” (p.20). Ha fabricado una corporalidad empobrecida que configura cuerpos aislados, auto-inmunizados y precarizados, marcando una tendencia
que se ha exacerbado con los últimos desarrollos del capitalismo afectivo y con la progresiva colonización de las capacidades humanas de empatía, imaginación y comunicación.
El giro afectivo (Ahmed, 2015) (Clough y Halley, 2007) se plantea como un espacio de reflexión para estas cuestiones. Las relaciones entre los cuerpos, objetos y los flujos afectivos suponen un punto de partida para este cruce de experiencias, rituales y corporalidades en el que los vínculos con el/la/lo otro/otra catalizan procesos de transformación. Indagar en las maneras en las que operan los afectos puede ayudar a acercarse a espacios de experimentación, de remodelación mutua y, a través de ellos, a estudiar la potenciación
agencial de estos procesos y sus reverberaciones en las lindes de nuestra subjetividad.
Cuerpos que vibran ante los devenires de fuerzas y afecciones conformando otros contornos,
permitiendo que dichos flujos afectivos nos toquen, nos conmuevan, nos afecten. Si entendemos,
tal y como expone Rolnik (2003), que la percepción del otro conduce a su representación, la sensación aporta su presencia viva. Las propuestas desde la investigación artística se presentan, de esta manera, como un espacio privilegiado para aprehender el mundo como materia-fuerza. Este concepto de lo vibrátil (Rolnik, 2019) atraviesa los planteamientos de este número, entendiendo que las
diferentes aportaciones exploran diversos modos
para captar estos campos afectivos en pos de imaginarnos en conexión con/a través de otros cuerpos en colectividad.
Las contribuciones que forman parte de la revista se relacionan con ello desde muy diversas posiciones, saberes e intuiciones a través de posiciones reflexivas críticas y aportaciones experimentales: hay textos teóricos que proponen conceptos y contextos para pensar estas prácticas;
análisis detallados de piezas artísticas y de productos de
la industria cultural; estudios sobre procesos sociales
de subjetivación y de sus transformaciones por medio del arte;
relatos de procesos de creación en curso o terminados; reivindicaciones y
reclamaciones contundentes, pero también conversaciones transcritas en las que la
certeza no encuentra reposo; incluso propuestas
que toman estas páginas no como una
conclusión, sino como una oportunidad
para invitarnos a seguir fabricando experiencias más allá
de la revista. Lo que todas estas contribuciones permiten ver
es que una buena parte de las prácticas artísticas actuales
son auténticos laboratorios de investigación y ensayo de otras
corporalidades y de posibles descolonizaciones del cuerpo.
En ellas se plantean reflexiones incorporadas
y se ensayan procesos afectivos susceptibles
de generar otras formas de relación:
socialización expandida, alianzas no previstas
e inusuales que no solo se despliegan con la vida
social humana, sino que también trazan alianzas
con otros cuerpos subalternos, presentes y ausentes y establecen
conexiones e identificaciones con cuerpos animales, vegetales,
orgánicos y minerales. El recorrido que sugerimos a lo largo de la revista comienza con toda una declaración
de intenciones, el “Manifiesto de lo imposible” de Paloma Bianchi, que apunta a la apertura
de posibles como la potencia política clave de las artes. La afinidad que reúne a un primer
grupo de contribuciones apunta, como Bianchi, a los mecanismos de la ficción
precisamente en ese sentido, como una herramienta muy
útil del arte para transformar el paisaje de lo real, para
descubrir otras capacidades del cuerpo, establecer otras relaciones.
El texto teórico de Simon O’Sullivan “La práctica artística como ficcionadora (o
ciencia mítica)” o la Lección sobre la piel, la lengua y el deseo del lenguaje, dentro de los “Estudios sobre Anatomías Fantásmicas” de Anne Juren ofrecen pistas para pensarlo y practicarlo, respectivamente.
Bruno Moreno enlaza con estos mundos ficcionalizados y abre otro eje de conexión entre aportaciones, en este caso fantasmal. Nos invita a quienes leemos la revista a expandir la experiencia y a compartir tres noches y tres días con sus materiales, tratando de conectar con Julius y Stella, personas negras silenciadas a quienes quizá podemos volver a escuchar en sueños. Edward Jobst también rastrea vidas afantasmadas, invisibles, olvidadas, con una comprensión de lo fantasmal que apunta a lo conflictivo y a lo marginal. Aimar Pérez Galí, también desde lo invisibilizado, conecta afectivamente con cuerpos más allá del tiempo mediante la práctica de escribir cartas a bailarines fallecidos por SIDA como parte de su investigación the touching community.
Este ritual de escritura se vincula con el uso particular que hace Claudia Rodríguez Ponga de las cartas del tarot. En “El tarot de Eva” propone acercarse desde otras epistemes, juegos y rituales a la práctica artística de Eva Lootz, de una manera azarosa, pero certera. También con cartas y rituales con un perfil lúdico y muy efectivo nos acercamos a la Political therapy y a la práctica sanadora “de pega”, Fake therapy de la artista Valentina Desideri.
Georg Döcker realiza un análisis en profundidad de su genealogía y sus operaciones, comparándolo con varias obras y propuestas de Lygia Clark. Igual que Desideri y Rodríguez Ponga, Coco Moya trabaja con la intimidad y los afectos, a través de unos materiales casi susurrados, en los que señala y practica el modo
del secreto para poder conectar, también, con lo que ha sido ocultado estratégicamente para permitir su
permanencia y supervivencia. Shantí Vera rastrea y trata de aprender a escuchar los susurros de lo oculto, en un proceso de trabajo que reconecta las potencias de
una corporalidad familiar heredada y ancestral junto con los conocimientos de integrantes de colectivos de buscadores de personas desaparecidas en México.
En una última constelación volvemos al cuerpo, que se sigue ficcionando, afectado y múltiple,
pero aquí desde otros marcos: desde el live coding con el texto de Loreto Alonso y
Luis Gárciga y desde el deseo como mecanismo subversivo para cuestionar un cuerpo heteronormativo a partir del cine de ciencia ficción y la noción de cyborg con el texto de Natalia Taccetta. Esta cuestión es clave
también en la propuesta de Laia Manonelles, que parte del análisis de la obra de Yolanda Domínguez
para desarticular procesos de alienación a los que están sujetos los cuerpos en la
contemporaneidad. Victoria Mateos plantea un acercamiento a la idea de cuirizar la fotografía
mediante un ensayo de creación. La aproximación a los cuerpos colectivos se explora en la aportación
de Claudia González que cuestiona el modelo tradicional de autoría en el arte para analizar
prácticas articuladas a través de nombres colectivos que posibilitan la conformación de subjetividades
múltiples, la potenciación de los vínculos y del marco relacional que habitamos. En esta última
reunión de textos se trata de atender a las mil ficciones que constituyen la textura
imaginaria de lo real fabricada por los medios y a las oportunidades que tienen las prácticas
artísticas de contestarlas, subvertirlas y transformarlas con otros procesos de ficcionalización y
reimaginación de corporalidades y relaciones. El recorrido de la lectura finaliza con la
transcripción de una charla entre Júlia Carreras Tort y Héctor Pérez Varela (Occvlta), Sére Skuld y
Alexander Goz sobre algunas relaciones entre magia, arte y decolonización, que permite
concluir la lectura de la revista sin establecer certezas, pero con un conjunto heterogéneo de intuiciones,
experiencias e ideas que podemos seguir discutiendo y pensando juntxs, en otras ocasiones que nos reúnan denuevo. Por último, la sección de notas incluye dos reseñas que conectan con
las aportaciones que componen el número. En primer lugar, aquella que
nos acerca, de la mano de Manuel Padín, a un recorrido por las exposiciones
Máquina Mística (Teatros del Cana, Madrid) y He aprendido que tienes
que rezar por lo que conoces (Sala Amós Salvador, Logroño) y,
por último, la reseña de Laura de la Colina y Daniel Villegas sobre
el “Seminario Internacional Malestar˂es˃ en la ˂Ciber˃cultura˃”
(Universidad de la Laguna). Esperamos que disfrutes con las aportaciones
de este número como nosotras hemos
disfrutado el proceso de edición.
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