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Captura de pantalla 2019-02-10 a las 19.

Editorial. Borrador de primeros accesos.

Josu Larrañaga Altuna

Todo esto cambió.

 

Parece que las experiencias que reconocemos como pensar, percibir, imaginar o inventar, se producen ahora en una imprecisa amalgama matero-virtual que se enreda en una realidad enormemente compleja y heterogénea.

 

Se trata de una hibridación de elementos, dimensiones, componentes, dispositivos…  que, hasta hace poco tiempo estaban codificados y reconocíamos de forma separada, y sin embargo ahora relacionamos con enrevesadas combinaciones de multiplicidades, que no parecen responder a un orden simple o a una determinación específica, sino más bien a la interrelación, la heterogeneidad, la multidimensionalidad…

 

Una cartografía de las prácticas y propuestas artísticas de los últimos tiempos nos muestra la extraordinaria turbación producida por estas transformaciones, que van mucho más allá de la inclusión de nuevos temas, materiales, sustancias o dispositivos, hasta afectar a la propia consideración de lo que apreciamos como arte. Lo que quizás se muestra especialmente en el desplazamiento producido desde la realización de cosas a la generación de experiencias.

 

Más allá de los aspectos formales o comprensivos de estas prácticas, lo que ahora aparece como perturbador y a su vez sugestivo, es el conjunto de sistemas, procesos, articulaciones y usos que arman la experiencia artística como multiplicidad, y que posibilitan un conjunto de actividades sensibles e intelectivas intensas y críticas.

 

 

 

 

 

 

 

Cuando tratamos de pensar o problematizar esta diversidad nos encontramos con limitaciones arrastradas torpemente desde el pasado; clasificaciones,

 

sistemas, disciplinas, estructuras que construyen barreras para las ideas y simas para las percepciones y los afectos, hasta impedir incluso 

cualquier aproximación a la nueva realidad, de por sí, enormemente enmarañada, que reclama por el contrario enlaces, conexiones, interrelaciones.

Cualquier abertura,                                    cualquier umbral,                                      cualquier recorrido                      o acceso                            que podamos indicar                                      en este enrevesado paisaje            se       convierte así                                en un instrumento fundamental                                para la generación de nuevos pensamientos                   y para su administración.

Hemos desarrollado este instrumento de trabajo que llamamos ¬Accesos porque queremos facilitar e impulsar el desarrollo de los medios, instrumentos, procesos y formatos que ya empleamos espontánea y cotidianamente, trasladando estos nuevos modos de imaginar, interpretar y hacer que utilizamos de forma habitual, al ámbito del pensamiento, la investigación y la acción. No solo a la transmisión o la comunicación de las indagaciones, los ensayos y los métodos de trabajo, sino también a la propia invención, la imaginación, la experimentación.

Sin olvidar que un acceso es un camino o un trayecto, pero también un trastorno o, al menos, un desfallecimiento.

 

Y hemos querido hacer de este número cero un sencillo ensayo preliminar de algunos de los nuevos modos de conversación, de intercambio, de conexión, que están a nuestro alcance y que nos permiten imaginar otras enriquecedoras maneras de relación con el mundo. Modos que entendemos como accesos entre subjetividades, entornos, dispositivos, máquinas… activadores de instancias expresantes, intensidades sensibles o conformaciones enunciativas.

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