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El trabajo reproductivo bajo el neoliberalismo. Cuerpos gestantes en la tecnosfera

 

Lorena Fernández Prieto

aportaciones3/22

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Resumen

A finales de los años setenta del siglo pasado, el neoliberalismo, en connivencia con las nuevas tecnologías reproductivas que estaban empezando a popularizarse, le da una vuelta más a eso que conocemos como trabajo reproductivo e introduce la gestación en el campo del trabajo asalariado.

Así, en los últimos cuarenta años, las biotecnologías, que parecían una promesa emancipadora,  han ido revelando diversas problemáticas que se torna necesario abordar. En este sentido, este texto es un estudio de caso sobre dos colectivos que, desde al arte y con una aproximación feminista, trabajan sobre la intersección entre el género y las tecnologías reproductivas, en un intento de trazar las coordenadas para pensar la reproducción hoy. 

Palabras clave: Biotecnologías, Reproducción, Ciberfeminismo, Xenofeminismo, Trabajo reproductivo.

 

Abstract

In the late seventies of the last century, neoliberalism, in collusion with the new reproductive technologies that were beginning to become popular, gives yet another turn to what we know as reproductive work and introduces gestation into the field of wage labor.

Thus, in the last forty years, biotechnologies, which seemed to be an emancipatory promise, have been revealing several problems that need to be addressed. In this sense, this text is a case study about two art collectives that, with a feminist approach, work on the intersection between gender and reproductive technologies, in an attempt to trace the coordinates to think about reproduction today.

Keywords: Biotechnologies, Reproduction, Cyberfeminism, Xenofeminism, Reproductive work.

 

 


 

Salarios para el trabajo doméstico. Del trabajo reproductivo al trabajo gestante

En los años setenta del siglo pasado, un colectivo de mujeres se lanzó a la ardua tarea de entender y teorizar cómo el capitalismo estaba basado en la invisibilización y la no remuneración del trabajo de las mujeres, eso que llamaron “trabajo reproductivo”. Silvia Federici[1], Leopoldina Fortunati[2], Mariarosa Dalla Costa y Selma James[3], entre otras muchas, tomaron el corpus teórico marxista para desentrañar el funcionamiento del trabajo reproductivo bajo el capitalismo. A la luz de estas teorizaciones, fundaron el movimiento “Salarios para el trabajo doméstico”, que demandaba el reconocimiento del valor que ese trabajo menospreciado e invisibilizado aportaba dentro de la producción capitalista.  

Pocos años más tarde, con la aparición y el desarrollo del neoliberalismo, surgieron dos nuevos  fenómenos: las cadenas globales de cuidado y la construcción social de la gestación como un trabajo asalariado, separado del conjunto del trabajo reproductivo. Mientras que la globalización ahondaba en la división sexual del trabajo, convirtiéndola en una división también internacional[4], la crisis de los cuidados en los países occidentales se acrecentaba. En lugar de poner en el centro de la organización de la vida el trabajo reproductivo, éste se fue externalizando de las mujeres del Norte global hacia las mujeres migrantes, provenientes en su mayor parte del Sur global. Además, la invención de los vientres de alquiler a finales de los años setenta, producto de la connivencia entre el neoliberalismo y las biotecnologías reproductivas, permitió a la organización simbólica neoliberal entrar hasta los paritorios y ofrecer una solución a la baja natalidad de los países occidentales: el trabajo gestante. En un perverso giro de los acontecimientos, la gestación se introdujo en el terreno de la producción de valor, convirtiendo a los bebés en objetos de compra-venta y a las mujeres en reproductoras asalariadas. Esta situación favoreció una nueva división Norte/Sur: mientras las mujeres del Norte global podían decidir no pasar por un embarazo para esquivar la discriminación laboral o por cualquier otro motivo, las mujeres del Sur global, por lo general migrantes, racializadas y precarias, se vieron cada vez más expulsadas del mercado laboral al mismo tiempo que se les pedía que pusieran sus cuerpos a disposición de los ciudadanos del Norte global para que estos pudieran tener bebés, normalmente blancos. 

Así, desde los años ochenta hasta nuestros días, las promesas emancipatorias de una reproducción mediada por la tecnología han comenzado a revelar sus consecuencias para aquellas a las que decían querer liberar. Sobre todo para una parte de ellas.

A raíz de todo esto, vamos a tratar aquí dos casos de estudio que, desde el arte, dialogan con las biotecnologías reproductivas y el impacto de éstas para los cuerpos con capacidad de gestar, desde dos posiciones que, a pesar de estar alejadas en el tiempo, conectan en sus discursos sobre esta problemática: el colectivo ciberfeminista subRosa y, más recientemente, el colectivo xenofeminista Laboria Cuboniks[5]. 

 

Volver al cuerpo. subRosa y la nueva conciencia eugenésica

 

La práctica del trabajo gestante, más conocida como vientre de alquiler, aparece en EEUU en 1976[6]. En 1994 se da el primer contrato de vientres de alquiler en la India[7]. En ese momento, esta nueva forma de trabajo asalariado -disfrazada de altruismo-, se convierte en un fenómeno global y se abre todo un mercado transnacional de seres humanos. Es en este contexto en el que aparece el colectivo subRosa. Nacido en 1998, a partir de un grupo de lectura feminista alrededor de temáticas relacionadas con el cuerpo, el género y las biotecnologías, subRosa se describe como “una célula ciberfeminista reproducible”[8], y centra su trabajo en explorar las “intersecciones entre las nuevas tecnologías de la información y la biotecnología que tienen lugar sobre los cuerpos, las vidas y el trabajo de las mujeres”[9]. Faith Wilding, que también estaba implicada en otros colectivos, como Old Boys Network o Critical Art Ensemble, se une así con Hyla Willis, Steffi Domike, Christina Hung, Laleh Mehran y Lucía Sommer para conformar esta célula ciberfeminista mutante.

Con el auge de las biotecnologías y los discursos que aparecen de la mano de las tecnologías de reproducción asistida, Faith Wilding y sus compañeras se interrogan sobre las consecuencias de todos estos cambios para los cuerpos y las vidas de las mujeres. Sus células, sus tejidos, sus órganos y su capacidad gestante comienzan a formar parte de las llamadas bioeconomías, descubriéndose como grandes activos económicos para las industrias reproductivas. 

En este sentido, su performance U-GEN-A-CHIX (2003-2008) (Fig. 1) —también llamada ¿Por qué son las mujeres como las gallinas y las gallinas como las mujeres?[10]— resulta clave. En ella, subRosa invita a las participantes a reflexionar sobre la conexión entre las tecnologías de reproducción humana asistida, la ingeniería genética, la clonación y la reproducción eugenésica. A partir de la instalación de varias cabinas y mesas informativas, en las que se reparte información sobre la industria reproductiva, se muestra cómo los deseos eugenésicos y el ánimo de lucro impulsan y gobiernan la ingeniería genética en humanos y animales, produciendo lo que ellas denominan “una nueva conciencia eugenésica”[11]. subRosa involucra al público en una actuación práctica y un diálogo crítico sobre las formas en las que se genera y se distribuye la información científica, así como en el examen de sus diversos roles en las condiciones económicas de las bioinfotecnologías.

1      

1       Silvia Federici, "Salarios contra el trabajo doméstico”, en Revolución en punto cero. Trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas, Traficantes de sueños, Madrid, 2013, p. 35.

2       Leopoldina Fortunati, El arcano de la reproducción. Amas de casa, prostitutas, obreros y capital. Traficantes de sueños, Madrid, 2019.

3       Mariarosa Dalla Costa y Selma James, El Poder de La Mujer y la subversión de La Comunidad, Siglo XXI editores, España, 1979.

4       Silvia Federici, “Reproducción y lucha feminista en la nueva división internacional del trabajo”, en Silvia Federici, Op.  Cit., p. 107.

5       En este sentido, cabe señalar que ambos colectivos pertenecen al ámbito anglosajón. Sus integrantes son originarias y/o viven tanto en EEUU, como en Reino Unido, Canadá y Australia. Estos países son precisamente aquellos donde más tiempo lleva legalizada la práctica del trabajo gestante. En EEUU el trabajo gestante comercial es legal desde 1976, aunque sólo en algunos estados. En Reino Unido la práctica es legal desde 1985 (Surrogacy Arrangements Act, 1985). En Canadá es legal desde 2004 (Assisted Human Reproduction Act, 2004). En Australia se legalizó también en 2004, a través del Parentage Act (2004), aunque solo en una parte del país. En estos tres últimos países, la práctica está regulada en la modalidad que llaman altruista, pero con compensaciones económicas resarcitorias para las gestantes. Los cuatro países se caracterizan además por enviar una gran cantidad de clientes al extranjero, a lugares como la India, República Democrática Popular Lao y otros países del Sur Global, donde la práctica funciona bajo parámetros completamente comerciales. Para más información sobre la legislación, consultar: Eleonora Lamm, Gestación por sustitución. Ni maternidad subrogada ni vientres de alquiler, Edicions Universitat Barcelona, 2012.

6       Nuria González, Vientres de alquiler, LoQueNoExiste, Barcelona, 2019, p. 31.

7       Usha Rengachary Smerdon, Crossing bodies, crossing borders: international surrogacy between the United States and India, Cumberland Law Review, vol. 39, Nº 1, 2008, p. 22.

8       subRosa, “Cuerpos sin límite: la primera década de subRosa”, en Remedios Zafra y Teresa López-Pellisa (eds), Ciberfeminismo de VNS Matrix a Laboria Cuboniks, Holobionte ediciones, Salamanca, 2019, p. 276.

9       Ibid.

10       Disponible en:  http://cyberfeminism.net/u-gen-a-chix/  [Fecha de consulta: 17 de marzo de 2020]

11       Este concepto se desarrolla en la publicación de subRosa, “Cultures of Eugenics”. Disponible en: http://home.refugia.net/portfolio/cultures-of-eugenics/ [Fecha de consulta: 17 de marzo de 2020]

Fernandez Prieto Lorena - Fig 1 - Ugenac

Fig.1. subRosa, U-GEN-A-CHIX, 2003-2008.

Como parte de esta intervención, el colectivo reparte unos folletos titulados “Cultures of Eugenics”[12] —culturas de la eugenesia—. En ellos se hace un repaso histórico por dicha cultura, denunciando hechos como las esterilizaciones forzosas a mujeres indígenas, afroamericanas y pobres en EEUU[13], a la vez que se pone en evidencia cómo esa cultura ha sobrevivido hasta la actualidad, tomando nuevas formas. Enmascarada bajo la sociedad de consumo, reaparece en el marco de las posibilidades de elección individual de cada persona en lo relativo a su reproducción biológica: bancos de óvulos de universitarias blancas y saludables, esperma de premios Nobel, diagnósticos genéticos preimplantatorios que aseguran la posibilidad de escoger a los mejores embriones, elección de sexo, color de ojos, etc. subRosa reflexiona así sobre la utilización política de los cuerpos de las mujeres, cuya capacidad gestante se biopolitiza, construyendo discursos alrededor de su facultad y/o obligación para reproducir futuros concretos, futuros deseables y mejores. 

En ese sentido, subRosa tiene varias intervenciones, en las que cuestiona “la lucrativa industria global del turismo de la subrogación y de la fertilidad, (...) el pensamiento eugenésico y el ‘esencialismo genético’ inherente a dichas industrias”[14]. Proyectos como SmartMom (1999-2009) (Figs. 2 y 3) resultan imprescindibles para entender sus posicionamientos. Este trabajo se compone de una página web donde se ofertan los servicios de un nuevo producto tecnológico llamado “Mamá inteligente”[15]. Se trata de una tecnología imaginada a través de la cual sería posible monitorizar y disciplinar hasta niveles insospechados las actividades y la evolución de las mujeres embarazadas por parte de las autoridades médicas y gubernamentales, por parte de sus propias parejas, e, incluso, por parte de los padres contratantes en el caso de que sean “madres subrogadas”, es decir, vientres de alquiler. Como se afirma en la misma página web “con la disminución de las tasas de natalidad y fertilidad, ¡interesa a todos los ciudadanos ayudar en la vigilancia y protección de todos los embarazos!”[16]. Se trata, pues, de una crítica incisiva a los procesos biopolíticos de control de las mujeres gestantes que ya se dan en la actualidad, sobre todo en el caso de los vientres de alquiler. Las madres subrogadas se ven sometidas a procesos de control extremo sobre su vida y sus cuerpos por parte de agencias, médicos y padres contratantes, que quieren asegurarse de recibir un bebé “en perfectas condiciones”, y para ello deben controlar que su gestante se comporte de manera adecuada.

12       Ibíd

13       Aunque la publicación de subRosa se centra en las esterilizaciones forzosas ocurridas en EEUU, cabe destacar que estas políticas se han llevado a cabo prácticamente en todo el mundo, siendo uno de los casos más conocidos el de las esterilizaciones a mujeres indígenas en Perú por parte de la dictadura de Alberto Fujimori (1990-2000). Además, hoy en día esta práctica se sigue aplicando habitualmente sobre la población discapacitada.

14       subRosa, Op. Cit., p. 277.

15       Disponible en: http://smartmom.cyberfeminism.net/product.html [Fecha de consulta: 17 de marzo de 2020]

16       Disponible en: http://smartmom.cyberfeminism.net/index.html [Fecha de consulta: 17 de marzo de 2020] (Traducción de la autora).

Fernandez Prieto Lorena - Fig 2 - Smart
Fernandez Prieto Lorena - Fig 3 - Smart

Figs 2 y 3. subRosa, SmartMom, 1999- 2009. 

SubRosa expone, a través de propuestas como esta, cómo la autonomía de las mujeres —una autonomía fuera de la posición de consumidoras en un mundo neoliberal— es entendida por la industria reproductiva como un obstáculo para el futurismo reproductivo[17] occidental. Como se dice en SmartMom, “el problema ha sido que las mujeres embarazadas se mueven libremente entre la población general y son difíciles de controlar y vigilar en todo momento. Mientras los médicos intentan regular las vidas, actividades y dietas de sus pacientes, las mujeres tienden a ser resistentes a esta forma de control, y muchas de ellas habitualmente desobedecen las órdenes del médico y mienten sobre lo que han estado haciendo”[18]. Así, aquellas mujeres que se resisten al control biopolítico de sus cuerpos representan un obstáculo. Más concretamente, las mujeres feministas, las aborteras, las que deciden no reproducirse, aquellas que deciden saltarse las normas de control sobre sus cuerpos reproductivos o que intentan generar otras formas de parentesco, aquellas que se niegan a prestar sus cuerpos para que otras personas puedan tener bebés occidentales con una buena línea genética, aparecen como sujetos disidentes que obstruyen las políticas del futurismo reproductivo de las naciones occidentales[19]. 

Con todas estas intervenciones, subRosa pone de relieve cómo “la ideología y la práctica de los nuevos principios eugenésicos que forman parte del discurso macropolítico de las TRA se han enmascarado bajo el discurso micropolítico del derecho a decidir y la defensa de la elección individual”[20]. Es decir, buscan exponer, en palabras de Remedios Zafra “las formas y estrategias de las que el poder tecnológico se vale para crear y normalizar determinadas formas de verdad opresivas”[21].

En definitiva, subRosa propone atender críticamente a las nuevas formas de dominación que subyacen detrás de los mensajes emancipatorios, y que afectan a la autonomía de los cuerpos gestantes. Si algo nos puede enseñar el ciberfeminismo y sus posicionamientos iniciales es que los sistemas de poder fagocitan cualquier intento de agenciamiento que aparece en su seno. Si bien las biotecnologías reproductivas abren líneas de fuga —como, por ejemplo, la posibilidad de que mujeres solas, infértiles o parejas de mujeres puedan acceder a la maternidad biológica—, debemos cuestionarnos sus planteamientos, y reflexionar sobre qué proyectos de futuro instituyen o están posibilitando y priorizando, y cuales están obstruyendo u ocluyendo. Debemos plantearnos a costa de qué modelos de sociedad y qué cuerpos específicos se están erigiendo esas políticas como algo positivo para el conjunto de la sociedad.

 

Laboria Cuboniks y su manifiesto xenofeminista. Por un futurismo no reproductivo


Unos cuantos años más tarde de que subRosa comenzará a trabajar con las biotecnologías, un colectivo de mujeres comprometidas retoman la crítica a estas tecnologías, actualizándola de acuerdo a nuestra compleja contemporaneidad. Así, el Xenofeminismo aterriza con un potente manifiesto, emulando a las primeras ciberfeministas, a modo de homenaje y como afirmación de su propuesta de acción política. Siguiendo toda una tradición de manifiestos feministas[22], como SCUM[23], BITCH[24], o el Manifiesto Ciberfeminista para el siglo XXI, Laboria Cuboniks lanza en 2015 su versión: Xenofeminismo: una política por la alienación[25] (Fig. 4), en el que se describe como un feminismo tecnomaterialista, antinaturalista y abolicionista de género[26].

17       El concepto de futurismo reproductivo es introducido por Lee Edelman en el año 2004, en su obra No future. En castellano: Lee Edelman, No al futuro. La teoría queer y la pulsión de muerte, Editorial Egales, Barcelona, 2014.

18      Disponible en: http://smartmom.cyberfeminism.net/index.html [Fecha de consulta: 17 de marzo de 2020] (Traducción de la autora).

19      Penélope Deutscher, Crítica de la razón reproductiva. Los futuros de Foucault, Eterna Cadencia editora, Buenos Aires, 2019, p. 183..

20      subRosa, “Retórica robada: La apropiación del ‘derecho a decidir’ en la industria de la reproducción asistida”, en Remedios Zafra y Teresa López-Pellisa (eds), Ciberfeminismo de VNS Matrix a Laboria Cuboniks, Holobionte ediciones, Salamanca, 2019, p. 344.

21      Remedios Zafra, “Ciberfeminismos. Tres décadas de alianza entre feminismo, tecnología y futuro”, en Remedios Zafra y Teresa López-Pellisa (eds), Ciberfeminismo de VNS Matrix a Laboria Cuboniks, Holobionte ediciones, Salamanca, 2019, p. 19.

22      Para una perspectiva más amplia de manifiestos feministas ver la antología publicada por la revista digital n.paradoxa: Katy Deepwell (ed.) Feminist Art Manifestos: An Anthology, KT Press books, Londres, 2014. En la propia revista también se puede encontrar un listado amplio sobre el tema. Disponible en: https://www.ktpress.co.uk/feminist-art-manifestos.asp [Fecha de consulta: 18 de mayo de 2020]

23      Valerie Solanas, Manifiesto SCUM, Herstory, Barcelona, 2011.

24      Disponible en: https://www.jofreeman.com/joreen/bitch.htm [Fecha de consulta: 18 de mayo de 2020]

25      Laboria Cuboniks, Xenofeminismo: una política por la alienación, 2015. El manifiesto completo se puede ver en varios idiomas en la página web del colectivo. Disponible en: http://www.laboriacuboniks.net/es/index.html [Fecha de consulta: 17 de mayo de 2020] Para la edición en castellano ver: Laboria Cuboniks, “Xenofeminismo: una política por la alienación”, en Armen Avanessian y Mauro Reis (comps.), Aceleracionismo. Estrategias para una transición hacia el postcapitalismo, Caja Negra, Buenos Aires, 2017.

26      Helen Hester, Xenofeminismo. Tecnologías de género y políticas de reproducción, Caja Negra, Buenos Aires, 2018, p. 19.

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Fig. 4. Laboria Cuboniks, Xenofeminismo: una política por la alienación, 2015.

Helen Hester, Diann Bauer, Katrina Burch, Lucca Fraser, Amy Ireland y Patricia Reed conforman el núcleo de este colectivo. Surgido al calor del aceleracionismo[27], aparece con la necesidad de dotar a este movimiento de una perspectiva de género. Laboria Cuboniks se lanza a la tarea de pensar cómo sería un aceleracionismo feminista, desde una perspectiva amplia e interseccional, que no deje a nadie atrás en función de su género/identidad, su lugar de procedencia, sus capacidades, etc. 

 

Una de sus líneas de investigación, desarrollada más ampliamente por Helen Hester en su libro Xenofeminismo. Tecnologías de género y políticas de reproducción (2018) son las problemáticas que afectan a las prácticas reproductivas, tanto en el sentido biológico como en el social. Frente a proyectos naturalistas que defienden que la emancipación de las mujeres se puede llevar a cabo mediante la oposición al capitalismo a través de la esencialización de valores culturalmente femeninos como el cuidado o la maternidad, el xenofeminismo propone, siguiendo la línea comenzada por Shulamith Firestone en los setenta, que la propia reproducción[28] es una carga opresiva de la cual las mujeres pueden liberarse a través de la tecnología. Como afirman en su manifiesto, “cualquiera que haya experimentado injusticias en nombre del orden natural, comprenderá que la glorificación de ‘lo natural’[29] no tiene nada que ofrecernos”[30], asumiendo de este modo un posicionamiento abiertamente constructivista y tecnofeminista: “no hay nada, declaramos, que no pueda ser estudiado científicamente y manipulado tecnológicamente”[31]. “¡Si la naturaleza es injusta, cambiemos la naturaleza!”[32] (Fig.5).

27      El aceleracionismo es una perspectiva filosófica y política que aboga por acelerar los procesos de expansión del capitalismo para llevar al sistema hacia el colapso. Existen tendencias aceleracionistas tanto conservadoras como anticapitalistas o postcapitalistas. El aceleracionismo postcapitalista tiene su origen en 2013, año en el que Alex Williams y Nick Srnicek publicaron su Manifiesto por una política aceleracionista. Es dentro de esta tendencia donde se coloca el colectivo Laboria Cuboniks, cuyo manifiesto también se considera uno de los textos fundacionales del aceleracionismo de izquierdas. El manifiesto de Williams y Srnicek se puede encontrar publicado en castellano en: Armen Avanessian y Mauro Reis (comps.), Aceleracionismo. Estrategias para una transición hacia el postcapitalismo, Caja Negra, Buenos Aires, 2017.

28      Hablamos de reproducción tanto en el sentido biológico como en el sentido social.

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Fig. 5. Laboria Cuboniks, Xenofeminismo, 2016.

29      Cabe puntualizar aquí que, si bien es cierto que el xenofeminismo impugna la idea misma de naturaleza, este entendimiento de la injusticia como algo “natural”, en tanto que está alojada en los propios cuerpos, a mi parecer peca del mismo esencialismo del que desea liberarse, sin tener en cuenta que la injusticia es el resultado de las prácticas sociales que se construyen alrededor de los cuerpos y sus diferentes capacidades. Aún así, el resto de sus planteamientos nos pueden ser útiles en tanto que permiten modificar esas injusticias modificando también aquello que se considera naturalmente dado, sin dejar de tener en cuenta la importancia de las construcciones sociales para alcanzar una justicia universal.

30      Laboria Cuboniks, Op. Cit., p. 1.

31      Ibíd., pp. 7-8.

32     Ibíd., p. 11.

Laboria Cuboniks se pregunta: “¿por qué hay tan poco esfuerzo organizado y explícito para redirigir las tecnologías hacia fines políticos progresivos de género?”[33]. Así, el xenofeminismo se erige como contrapeso necesario para algunos ecofeminismos de carácter esencialista, que alojan la idea de lo femenino en la naturaleza, y lo construyen como contrario a aquello que entendemos por cultura y a la racionalidad científica de las sociedades occidentales. Laboria Cuboniks, siendo conscientes de los abusos y las grandes injusticias cometidas en nombre de esa racionalidad, afirman que el feminismo no puede rechazarla de lleno y refugiarse en dogmas naturalistas que erigen a las mujeres como las cuidadoras de la especie frente al orden falogocéntrico. La racionalidad científica y la apropiación y (re)diseño de tecnologías son esenciales para un proyecto político feminista que busque ser realmente emancipatorio. Entre la utopía tecnofílica y la distopía tecnofóbica, el xenofeminismo intenta abrir un pequeño campo de acción, tal vez el único posible en el complejo presente que habitamos, y propone “pensar las tecnologías como fenómenos sociales, que por ende pueden transformarse por medio de la lucha colectiva”[34]. En ese sentido, este colectivo rescata cuestiones puestas sobre la mesa por referentes como Firestone, Haraway o Plant y propone una relectura de las mismas para la proyección de futuros emancipatorios. 

Para el xenofeminismo, —cuyo prefijo, xeno, del griego “extraño”[35] o “ajeno”, ya adelanta su posicionamiento—, es necesario crear “un futuro extraño”, alejado de las categorías restrictivas que han caído sobre las mujeres y otros tantos colectivos con todo el peso de la historia. Es esta idea de extrañamiento la que plantea la posibilidad de escapar, haciendo que el proyecto xenofeminista sea una base desde la cual plantear nuevas salidas. Por esta razón, Laboria Cuboniks “busca implementar estratégicamente tecnologías existentes para rediseñar el mundo”[36], sin dejar de reconocer que las tecnologías nunca son neutras, ya que “se ven constituidas y limitadas por las relaciones sociales”[37]. Así, vemos cómo las biotecnologías se esfuerzan en conseguir un control total sobre la reproducción, que busca introducir en el proyecto reproductivo nuclear y heteropatriarcal a todas las personas. En contraposición, el proyecto xenofeminista adopta la mirada ecosocial de Haraway[38], y pone de relieve que este modo de hacer sigue estando dentro de una lógica neoliberal: la reproducción de lo mismo en un mundo que está a las puertas de un colapso medioambiental y sistémico. Además, la mirada biotecnológica privilegia la reproducción de ciertos cuerpos —occidentales, del Norte Global, capacitados, no racializados, con dinero, genéticamente mejores— frente a otros, que son los que se usan para facilitar esa futuridad reproductiva[39]. 

En este sentido, el colectivo apuesta por un futurismo no reproductivo, siendo consciente de que cualquier política digna de ser adoptada se basa necesariamente en la supervivencia[40]. Así, defiende que “las condiciones ecológicas actuales exigen un feminismo que cuide mejor ‘de los tipos-como-ensamblajes’, (...) y que nos impulse a repensar las formas de existencia y de relaciones que nuestra política tiende a privilegiar”[41].

Siguiendo esta línea, Helen Hester afirma, resituando a Haraway:

“Tenemos motivos para creer que una reorientación que nos aleje de la futuridad reproductiva y nos acerque a nuevos modelos de parentesco y xenosolidaridad acaso contribuya a generar mayor hospitalidad hacia el otro, y que el rechazo cultural generalizado del privilegio que actualmente se concede a la línea de sangre pueda formularse no como un desdén hacia la figura de lxs padres/madres [parents] y tutorxs, sino como un acto de solidaridad con todo tipo de recién llegadxs. (...) El pedido de Haraway de que hagamos parientes y no bebés solo reviste utilidad bajo un conjunto de condiciones específicas y muy circunscriptas. Es preciso formularlo a conciencia y con cuidado, como una consigna destinada a alentar un giro ideológico a largo plazo; esto es, como un ambicioso intento de disputarle la hegemonía al futurismo reproductivo, con el objeto de habilitar la existencia de imágenes de futuro alternativas que no estén fundadas exclusivamente en la figura del Niño”[42].

Esta forma de “xenofamilia”[43] es una de las propuestas de Laboria Cuboniks, quienes plantean que “la biología no es un destino porque ella misma puede ser transformada por la técnica y debe ser transformada en nuestra búsqueda de justicia reproductiva y de una transformación progresista de la categoría de género”[44]. El xenofeminismo asume así la tarea de poner en marcha una política afirmativa y transformadora para alcanzar la justicia reproductiva y un futurismo tecnomaterialista alejado de la figura del Niño.

 

Conclusiones

 

El interés en subRosa y Laboria Cuboniks viene precisamente de su perfecta combinación: el primero hace una crítica necesaria e incisiva de los sistemas bioinfotecnológicos y de los usos y consecuencias que éstos están teniendo para los cuerpos de las mujeres; las segundas, partiendo del conocimiento de los usos actuales de dichas tecnologías, plantean la posibilidad de refuncionalización y teorizan futuros posibles mediante una crítica del presente.

El trabajo de ambos colectivos nos proporciona nuevas formas de pensar la ubicuidad tecnológica y el futuro de las tecnologías exponenciales. A su vez, nos mantiene alerta ante las nuevas formas que el poder bioinfotecnológico puede adoptar y las posibilidades que ya se están abriendo en el campo de la reproducción. En un futuro nos tendremos que enfrentar a desafíos como los trasplantes de útero[45], la edición genética[46] e, incluso, aunque parezca pura ciencia ficción, la ectogenésis[47]. Más nos vale que para entonces tengamos un lugar al que agarrarnos y una buena genealogía feminista que nos ayude a pensar la reproducción de otras maneras. Quizás este pequeño y humilde acercamiento contribuya a la tarea de repensar el trabajo reproductivo en el marco en el que nos encontramos, ayudándonos a construir otros proyectos de futuro.

33      Laboria Cuboniks, Op. Cit. p. 2.

34      Helen Hester, Op. Cit., p. 23.

35      Ibíd., p. 43.

36      Ibíd., p. 21.

37      Ibíd.

38      Donna J. Haraway, Seguir con el problema. Generar parentesco en el Chthuluceno, Consonni, Bilbao, 2019.

39      Hablamos aquí del mercado transnacional de fluidos y células reproductivas, además del mercado de cuerpos gestantes precarios, racializados y, normalmente, del Sur Global, para disposición de personas occidentales.

40      Helen Hester, Op. Cit., p. 73.

41      Ibíd., p. 64.

42      Ibíd., p. 68.

43      Ibíd., p. 71.

44      Ibíd., p. 32.

45     Una posibilidad que ya existe. Disponible en: https://www.elmundo. es/ciencia-y-salud/salud/2018/12/05/5c069d62fdddff5b688b45b7.html , https://www.lavanguardia.com/vida/salud/20190418/461716424239/trasplantes-utero-donante-viva-clinic-programa-experimental.html y https://www.abc. es/salud/abci-francisco-carmona-espana-realizara-primer-trasplante-utero-2020-201909280148_noticia.html [Fecha de consulta: 19 de junio de 2020]

46     Hablamos aquí de las posibilidades que se han abierto con el descubrimiento de técnicas de edición genética como CRISP-Cas9 y Prime Editing. Disponible en: https://www.rafer.es/innovacion-laboratorio-clinico/crispr-cas9- y-prime-editing/ [Fecha de consulta: 19 de junio de 2020] En particular, se hace necesario mencionar el caso del científico chino He Jiankui, que en el año 2018 modificó varios embriones humanos mediante la técnica CRISPR-Cas9 sin el consentimiento de la comunidad científica, y cuyo caso ha abierto una conversación sobre los límites éticos de la edición genética en la línea germinal, tanto humana como no humana. Disponible en:https:// montoliu.naukas.com/2019/12/08/nuevos-datos-sobre-las-gemelas-chinas-editadas-geneticamente-confirman-que-el-experimento-fue-tan-irresponsable-como-parecia-desde-el-primer-dia/ [Fecha de consulta: 19 de junio de 2020]

47     En este sentido, ya se están haciendo pruebas experimentales con animales, Disponible en: https://metro.co.uk/2019/05/14/human-babiesborn-using-an-artificial-womb-possible-in-a-decade-8156458/ y https://www. lavanguardia.com/lacontra/20181130/453237083539/hemos-creado-un-uteropara-gestar-bebes-fuera-de-la-madre.html [Fecha de consulta: 19 de junio de 2020]

Referencias

Armen Avanessian y Mauro Reis (comp.), Aceleracionismo. Estra­tegias para una transición hacia el postcapitalismo, Caja Negra, Buenos Aires, 2017.

Mariarosa Dalla Costa y Selma James, El Poder de La Mujer y la subversión de La Comunidad, Siglo veintiuno editores, España, 1979.

Katy Deepwell (ed.), Feminist Art Manifestos: An Anthology, KT Press books, Londres, 2014.

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BIO

Licenciada en Bellas Artes, Máster en Investigación en Arte y Creación (MIAC) y Máster en Estudios Feministas por la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente se encuentra realizando una tesis doctoral sobre el impacto que las tecnologías biomédicas, en su intersección con sociedades neoliberales, tienen para los cuerpos con capacidad de gestar y cómo las nuevas posibilidades reproductivas están cambiando las concepciones de trabajo feminizado. Sus líneas de investigación están vinculadas con las tecnologías reproductivas, el tecno/ ciber/xenofeminismo y las posibilidades emancipatorias -o node las biotecnologías.

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