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RADIANTE. FRAGMENTOS PARA UN PAISAJE

SONORO EN BLANCO

Y NEGRO

_Eduardo Balanza 

Resumen 

El texto es una combinación de reflexiones argumentadas, fenómenos naturales, viajes y conversaciones en el que se mezclan por igual ciencia, antropología o arte contemporáneo. El resultado final es lo más parecido a una partitura indeterminada. Un conjunto de ideas articuladas armónicamente entre sí, como las teclas de un piano imaginario; un instrumento que se activara guiado por las pesadillas del progreso, disparando sonidos inquietantes acerca de la imposibilidad de adaptarnos a nuestro fabuloso planeta. ​

Palabras clave: Tecnología, naturaleza, indeterminación, escucha, energía

 

Radiant. Fragments for a Black and White Soundscape ​

Abstract

 

The text is a combination of argued reflections, natural phenomena, trips and conversations in which science, anthropology or contemporary art are mixed equally.The final result is the closest thing to an indeterminate partiture. A set of ideas harmoniously articulated with each other, like the keys of an imaginary piano; an instrument that will be activated guided by the nightmares of progress, shooting disturbing sounds about the impossibility of adapting to our fabulous planet.

Key words: Technology, nature, indeterminacy, listening, energy

RESUMEN/ABSTRACT

Paisajes sonoros- Paisajes audibles  

      Hablemos de viajes. De las formas de aprendizaje complejo y de las experiencias que se apoyan en la articulación solapada de capas de conocimientos que a su vez reposan sobre otras capas densas de emociones, imágenes, comidas, iluminaciones, paseos, silencios... y sonidos. Los estratos de las experiencias, los valiosos cuadernos de viaje, sea el viaje que sea. Todo merece la pena ser escuchado y leído de nuevo.

 

       Cuando descubrí el libro de Schafer tuve la sensación de que había descubierto algo que me había sido velado durante años por mi ignorancia, por no haberme sentado a hablar con alguien sobre esos asuntos sonoros, por no haber pisado nunca una fonoteca con bibliografía, quién sabe. La mención del prólogo del libro me impactó tanto, que todavía conservo el texto, copiado en un archivo como algo reseñable y valioso. Como un pequeño tesoro: 

 

      El paisaje sonoro del mundo está cambiando. [...] La contaminación acústica es ahora un problema mundial. Parece como si en nuestro tiempo el paisaje sonoro mundial hubiera alcanzado la cúspide de la vulgaridad, por lo que muchos expertos han profetizado la sordera universal como consecuencia final, de no ser que el problema sea rápidamente solucionado. [...] ¿Qué sonidos queremos preservar, estimular, multiplicar? Cuando sepamos esto, los sonidos molestos o destructivos serán lo suficientemente conspicuos y sabremos por qué debemos eliminarlos. Solo una apreciación total del entorno acústico nos puede otorgar los recursos para mejorar la orquestación del paisaje sonoro mundial. (Schafer, 2013, p.20) 

 

      Tecnología, máquinas, naturaleza... Schafer no había inventado nada.Y creo que esto es lo más valioso de su trabajo: había recogido algo imprescindible que flotaba en el aire y lo había convertido en poesía y en patrimonio cultural, en algo relevante para todos: el ritual casi sagrado de la escucha.

 

      Sí, escuchar. La escucha atenta. Ese desbordante y tranquilo caminar sin movimiento.

Transforming Landscapes,  Idealización de la naturaleza, industrialización de recursos, destrucción del paisaje

      Transforming Landscapes [1] (2018), proyecto inicialmente llamado Destroying Landscapes, toma el ideal de otra época, el Romanticismo y la pintura noruega de ese periodo, como punto de partida equilibrado desde el que hablar de sostenibilidad, identidad colectiva y paisaje en la actualidad. El Romanticismo visto como una respuesta crítica a un mundo de desilusión, hacia la vida que el racionalismo moderno encontró como un constituyente de la nueva sociedad. Una forma de resistencia a los excesos del racionalismo ilustrado que dio origen a los monstruos involucrados en el progreso industrial contemporáneo. 

 

      El trabajo, financiado por la Skien Kommune de Telemark en Noruega y el Ayuntamiento de Murcia, es un proyecto desarrollado junto a la artista Susana López y estuvo comisariado por Rikke Sanni, a lo largo de 2018. La instalación, formada por tiras de papel, videos, música y fotografías, se presentó como una proyección multicanal, un juego de varios proyectores sincronizados que narraban viajes a través de montañas, ríos, exclusas y presas artificiales de Telemark. Todo se desplegó sobre estas tiras de papel, dejando al espectador caminar entre “el bosque” acompañado de la pieza sonora especialmente compuesta por Susana López. El proyecto incluía un par de viajes en barco por la red de canales empleados por las factorías de madera y celulosa de Telemark y Greenland. El río, el fiordo y los lagos constituían la red de transporte más sencilla para movilizar todos los recursos extraídos del bosque. Para ello, se construyó una impresionante red de exclusas (Figs.1 y 2) que permitían subir río arriba, conectando el fiordo con el río, y los lagos de los valles superiores con otros valles artificialmente inundados. La red de Telemark Kanalen (Fig.3) es, en sí misma, una prodigiosa obra de ingeniería humana que transformó para siempre la convivencia entre los ecosistemas que allí proliferaban.

Balanza, E. y López, S. (2018). Transforming Landscapes. Obtenido de https://vimeo.com/298861432 y https://vimeo.com/287341638

       Inicialmente el proyecto se basaba en eso; extraer una experiencia sobre el paisaje en Noruega, combinando el estudio de esta estructura industrial con el río Segura en Murcia y el aprovechamiento de sus recursos. El rodaje se centró en la red de acequias, canalizaciones de abastecimiento a las plantaciones frutales, el generador eléctrico del Azud de Ojós y las norias de bombeo a lo largo del Valle de Ricote. Pero en el trabajo que inicié en Noruega se cruzó inesperadamente el eco de las industrias del siglo XIX y XX en Escandinavia, y mientras documentaba la explotación de los recursos forestales para las industrias de madera y celulosa, descubrí los ingenios industriales de Rjukan y Notodden, las otras poderosas súper industrias locales.

      Kristian Birkeland y su socio comercial Samuel Eyde, comenzaron a desarrollar las plantas de Rjukan y Notodden con la confianza de que sus gigantescas inversiones alcanzarían en algún momento parte de los objetivos comerciales con los que arrancaron. En medio del desproporcionado pero fructífero clímax industrial de Noruega, Birkeland ideó y desarrolló decenas de inventos, algunos increíbles, como el “Terella”, del que se sirvió para estudiar las auroras boreales.

      Su invento más célebre fue la producción de fertilizantes artificiales para la agricultura mediante un proceso industrial que permite fijar el nitrógeno del aire. Un elaborado proceso de laboratorio; el proceso, llamado Birkeland–Eyde, fue uno de los primeros sistemas industriales viables para
la producción de fertilizantes nitrogenados, y fue desarrollado por ambos en 1903. El procedimiento fija el nitrógeno atmosférico (N2) en ácido nítrico (HNO3). Para llevar a cabo dicho proceso, se construyeron las famosas fábricas en Rjukan y Notodden, integrando las grandes instalaciones hidroeléctricas necesarias. Los edificios, descomunales y parecidos a óperas de hormigón de estilo neoclásico con vidrieras, fueron instalados en medio de los valles y las cascadas naturales. El impacto sobre el paisaje y el trabajo de la comunidad fue irreversible
.

      La factoría Vemork de Rjukan, enclavada en un profundo valle al que no llega el sol durante seis meses al año, se equipó con casas para los operarios, suministrándoles todas las comodidades imaginables. Para el bienestar de los ingenieros y operarios se construyó un teleférico para subir a lo alto de la montaña y poder tener acceso a la añorada luz solar durante los duros meses de oscuridad.Todo para el desarrollo industrial y la independencia energética de Noruega. En su empeño por extraer el máximo partido a las caídas naturales de agua y producir energía, la cascada más famosa de Noruega, pintada por todos los artistas románticos tras alcanzar la independencia y exaltada como un símbolo de los valores paisajísticos del país, fue entubada, y su inmenso caudal desviado a través de la montaña hasta otra factoría desde la que seguir produciendo energía eléctrica a bajo coste. 

 

      Hoy ambas ciudades se han transformado en algo así como un parque temático de la proto-industria de los fertilizantes y la producción de energía obtenida a través del aire y el agua. Poseen museos y unas instalaciones increíbles donde puedes pasear entre inmensas turbinas Pelton de color oscuro, generadores y turbinas Kaplan de hélices brillantes desplegadas verticalmente (Figs.4 y 5). Todo recuerda a una época lejana, una suerte de arqueología industrial. Entrar allí es como pasear por un mundo prehistórico semi-abandonado repleto de acero pulido y manivelas cromadas. La espectacularidad del paisaje refuerza aún más la sensación de estar en otro planeta parecido a la Tierra, con la montaña más alta de Telemark (Fig.6) emergiendo por las ventanas y la puerta principal que da al inmenso valle.

      Pero sus visiones no terminaron en los fertilizantes y la electricidad. Birkeland se hizo popular por sus fabulosas investigaciones sobre la aurora boreal. Las auroras habían sido estudiadas científicamente a partir del siglo XVII, en ese siglo, el astrónomo británico Edmond Halley sospechaba que el campo magnético de la Tierra desempeñaba un papel en la formación de la aurora boreal. Henry Cavendish, en 1768, logró evaluar la altitud en la que se produce el fenómeno, pero no fue hasta 1896 cuando se reproducen en el laboratorio de Kristian Birkeland los movimientos de las partículas cargadas en un campo magnético, facilitando la comprensión de su mecanismo de formación. La primera expedición para investigar sobre las auroras boreales fue en la provincia de Finnmark durante el invierno de 1899-1900. Allí construyó un observatorio en la cima de la montaña Haldde, cerca de la ciudad de Alta, al norte de Noruega. 

 

      La hipótesis de Birkeland, formulada ya en 1903, era que los rayos de electrones del Sol eran dirigidos hacia la Tierra y que estos se elevaban hacia la atmósfera en forma de círculos alrededor de los polos magnéticos del planeta, haciendo una interpretación correcta de lo que hoy se conocen como corrientes de Birkeland. Con el fin de reproducir en laboratorio su formación precisa, ideó un experimento al que denominó “Terrella” (Fig.7), en el que una esfera metálica magnetizada era sometida a un intenso campo eléctrico. Simuló este efecto utilizando una “Terrella”, una esfera en un tanque de vacío sobre la que lanzó electrones, produciendo un fulgor en las zonas alrededor de los polos. Debido al gas residual en el tanque de vacío, el fulgor también aparecía en el camino de las partículas. Con este experimento consiguió reproducir en un espacio reducido de cristal el fenómeno inmenso de las auroras. Su trabajo es tan peculiar que roza lo poético... Birkeland construyó varias “Terrellas” y algunas se conservan en la Universidad deTromsø, inanimadas, dormidas dentro de otro museo-panteón, en el círculo polar..

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Fig.7. Autor desconocido. Terrella, [Fotografía de los físicos Kristian Birkeland y Olaf Devik en el laboratorio]. Disponible en: https://titan.uio.no/node/2349

      Lo interesante para mí de las ideas e invenciones de Kristian Birkeland es su enorme capacidad de influir a muchas generaciones posteriores y alimentar el interés por la tecnología y la ciencia. Creo que es uno de los artistas, por error, más inteligentes que han existido jamás. Su muerte por sobredosis enTokio, retuerce un poco más la leyenda de su trabajo y extiende el misterio de su extraña existencia hacia un margen aún más denso, acercándolo al olimpo rocoso y abrupto de los genios, junto a Tesla o Marie Curie.

La voz de las Auroras Borealis

      Quienes han sido testigos de este ruido lo describen como lo que se escucha cuando una radio no está sintonizada, como un leve crujido o incluso como un tenue silbido; sonidos que pasaron a formar parte de la cultura popular de los residentes del Ártico norte y que incluso se llegó a pensar que no existían. 

      Una noche de 1990, en una de sus visitas a Lapland, en el norte de Finlandia, el investigador Unto Laine, profesor de la Universidad Aalto, en Helsinki, escuchó unos sonidos “muy bajos, pero extraños que venían de la aurora boreal. [...] ¡Hacía -32oC!Y este episodio nunca dejó de darme vueltas” (BBC Mundo, 2016). Así que decidió aclarar el misterio del sonido de las auroras, pues algunos expertos insistían que estas luces estaban demasiado lejos como para que se pudieran oír, si es que emitían algún sonido. En 2012, Laine comprobó que no sólo estos sonidos existen, sino que se crean con las luces del norte, que se forman a 70km de la superficie de la Tierra.

 

      “Es sorprendente la riqueza de estos sonidos que van desde crujidos, zumbidos y hasta algo parecido al ruido que se escucha en una fiesta cóctel” (BBC Mundo, 2016), explica este ingeniero en acústica. Ahora, combinando sus mediciones con datos de temperatura atmosférica tomados por el Instituto de Meteorología de Finlandia, el experto tiene una explicación de cómo se originan.

 

      Son esas mismas partículas atrapadas en una capa de la atmósfera que se forma durante las noches frías del Ártico y que al descargarse con rapidez, producen los extraños sonidos. La clave de esto está en lo que se conoce como la capa invertida, una región de la atmósfera donde con la altura también aumenta la temperatura.

Relación entre estímulo e

intensidad

      Ningún sentido humano es analógico, esto es, no existe proporcionalidad directa entre la intensidad del estímulo y el grado de sensación percibida. En el caso del oído, podemos percibir desde sonidos extremadamente débiles próximos al umbral de audición, hasta sonidos de intensidad un billón de veces superior (Fig.8). Sería impensable que el cerebro fuese estimulado de forma proporcional a la intensidad del estímulo, sería psíquicamente demoledor. 

 

      En consecuencia, la naturaleza ha dispuesto que la sensación que un estímulo acústico produce sea, grosso modo, proporcional al logaritmo decimal de la intensidad de este. Por ello, en la física de la audición se distinguen dos magnitudes que no guardan proporcionalidad sencilla entre sí: la intensidad acústica y el nivel acústico.

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Fig.8. Balanza, E. Sin Título, 2018. [Fotografía]. Cortesía del artista.

      La intensidad acústica se define como la energía en forma de onda sonora que atraviesa en la unidad de tiempo a la unidad de superficie, perpendicularmente dispuesta a la unidad de propagación. Dos focos idénticos actuando simultánea- mente, no producen en el oído la sensación doble que produciría uno solo, como explica el Dr. Mariano Merino (2013, p.227), especialista en didáctica de las ciencias experimentales y acústica musical. Eso se debe a que la sensación sonora se rige, de forma aproximada, por la ley de Weber-Fletcher; la sensación crece en progresión aritmética, mientras la intensidad lo hace en progresión geométrica.

      El paisaje y la naturaleza no son sinónimos, aunque con relativa frecuencia los confundimos y mezclamos bajo la misma mirada. El paisaje está en nuestra imaginación, es una invención humana tomada y estimulada a través de los sentidos. La naturaleza es el hecho constatable de la existencia de la Tierra y de la vida que hay sobre ella (Fig.9)

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Fig.9. Balanza, E. Sin título, 2018. [Fotografía]. Cortesía del artista.

Modo de escritura remezcla [2]

      En tiempos de incertidumbre lo más seguro es correr riesgos: investigar. Los investigadores, sin importar el campo en el que desarrollen su trabajo, tienen el dudoso privilegio de inventar artefactos ideológicos y mecánicos que articulen cambios susceptibles de ser aplicados a gran escala, pero las personas sabias no son herramientas, aunque la sociedad les haya colgado esa enorme responsabilidad. Las herramientas evolucionan y se adaptan permanentemente. Vivimos en un estado de evolución constante, sostenido de un modo preocupante por una industria hiperdesarrollada que trabaja de un modo corporativo, aplicando métodos nunca vistos por su eficacia productiva y capacidad logística.

 

      Los productos que estas industrias producen son imprescindibles para la sociedad que hemos desarrollado, pero no lo son para el funcionamiento de océanos, bosques tropicales, glaciares, arrecifes de coral, ríos y en general, este inmenso mecanismo sincronizado que llamamos naturaleza.

 

      Los artistas empleamos la tecnología que inventan los ingenieros, e intentamos servirnos de ella para proyectar una visión de los tiempos que vivimos. La sociedad recibe nuestro mensaje como un estímulo, o lo interpreta como una necesidad que le podría ayudar a reconocer y comprender el caos que todo lo envuelve, o también puede quedar indiferente. 

 

      Los receptores son selectivos.

 

      El trabajo y la economía han transformado nuestra forma de vida y dibujado un modus operandi complejo en el que la tecnología es vital para seguir adelante. La tecnología de la que nos servimos para trabajar-investigar y crear ha supuesto un paso inmenso en lo últimos 150 años. La investigación y el desarrollo aplicado a los instrumentos musicales ha permitido que, por ejemplo, un instrumento como el piano haya llegado a dominar y transformar no sólo el lenguaje sonoro, si no el lenguaje mismo de la música y el modo de componer a través de los sintetizadores, con sus inmensas posibilidades cromáticas y tecnológicas. 

 

      El homo ludens ha llegado a un extremo, otra vez, exactamente igual que en otras épocas. Aunque lo cuestionable aquí no es la determinación acerca de si los beneficios de los últimos 150 años son reales, sino a si son permanentes. El nivel de explotación de los recursos y el ritmo de producción, reproducción, intensificación y agotamiento generará un reajuste gradual marcado por la pérdida de fuentes de vida y encareciendo el coste energético de la misma. Lo aceptemos o no. Vivir en la Tierra tiene algunas reglas y nos las hemos saltado. 

 

      ¿La edad de las grandes ilusiones ha terminado? Claro que no, ahora estamos deslumbrados esperando al robot; el verdadero robot que imaginamos hace 50 o 70 años. Un mesías inoxidable, un compañero electrónico que nos alivie de la inmensa carga y dedicación en horas que invertimos en ganar el valioso salario con el que nos alimentamos.

 

      No intente meter el pie entre coche y andén.

Una conversación trivial

montado en avión

      El gran auge industrial no solo nos ha estado contaminando la tierra con desperdicios y venenos; también ha vomitado bienes y servicios que cada vez son más valiosos en nuestras vidas, pero de peor calidad, defectuosos, caros y diseñados para romperse. Los robots de las cadenas de producción industrial y la tecnología que empleamos se averían con sospechosa frecuencia, quedando relegados en pocos años a la obsolescencia.

 

      ¿Hemos colonizado nuestro futuro con la misma entrega con la que nos hemos lanzado a colonizar la naturaleza? Puede que sí, y en el camino nos hemos transformado en espectadores y clientes, solo servimos para eso.

 

      ¿Qué piensas tú?

 

      Yo no pienso en esas cosas, no sé. El cambio climático me produce mucha ansiedad. No puedo pensar en vivir en otro lugar, en otro planeta. No somos capaces ni de aguantar en el Ártico, ¿cómo sobreviviremos en Marte? No creo que seamos capaces. No es como en los libros de Bradbury, la ciencia ficción es una cosa y la vida real otra. Creo que estamos más cerca de Solaris, que de Crónicas Marcianas. 

 

     Vivimos en un tiempo en el que creo que no hay una sola corriente principal, sino muchas corrientes, o incluso si se quiere pensar en un río de tiempo, que hemos llegado a un delta, puede que incluso más allá de un delta, a un océano que se extiende hasta el cielo. (Cage, 1985)[3]

Una buena pieza en Münster 17 ​

      El mercado del arte es cada vez más conservador y previsible, eso arrastra a muchos artistas a ser más temerosos y previsibles también. La previsibilidad se transforma en una carencia de riesgo, y esa falta de riesgo se traduce ahora en un momento ideológico rígido. Casi aburrido. ​

 

      Vamos a galerías, ferias, bienales y fundaciones con la misma actitud con la que se va a
un tanatorio, con la certeza de que el muerto no levantará la cabeza. No, no es verdad, vamos con optimismo moderado, sabiendo que lo mejor que puede pasar es que algún artista consagrado haya decidido experimentar y elaborar inteligentemente una pieza rotunda, como la que pude ver en Münster 2017.

 

      La pieza After ALife Ahead (2017) (Fig.10) de Pierre Huyghe que vi en Alemania era tan poderosa e inquietante, que solo por ver aquella sala de patinaje cortada con radiales industriales, mereció la pena desplazarse hasta allí, pasear por Alemania y soportar ese ambiente gris del oeste. 

 

     El trabajo de Huyghe me pareció de verdad brutal.Todo se planteó en una pista de patinaje sobre hielo, un local sin actividad intervenido por él. El artista planteó algo interesante y lo más complicado; lo hizo sin caer en el efectismo espectacular al que nos tienen acostumbrados las bienales.

2 Febrero 2019: Un diálogo extraño, mezclado con mi lectura en un transporte público (Línea 5, Metro de Madrid). Escucha bajo tierra la conversación de unos muchachos, mi lectura y una señora que habla por teléfono.

3 Cita de John Cage enunciada en una entrevista realizada por Tim Page en el programa Meetthecomposer de la radio pública de Nueva York WNYC, en 1985. Transcrita por Tim Page en “A Conversation with John Cage”. Boulevard 1, No3 (fall 1986). Traducción del autor.

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Fig.10. Huyghe, P. After ALife Ahead, 2017. [Vista de la instalación en Skulptur Projek- te, Münster] Fotografía de Ola Rindal. Disponible en: https://www.skulptur-projek- te-archiv.de/en-us/2017/projects/186/

       Excavando en la tierra transformó el suelo del nivel inferior sobre el que se apoyaba la pista de patinaje, en un paisaje. La naturaleza del nuevo paisaje mezclaba elementos visibles con otros invisibles: cemento, tierra, capas de barro, escombros, células cancerígenas humanas, agua freática, conos textiles, abejas, bacterias, un acuario, plumas de pavo real, techo automatizado, lluvia y arena. Había que entrar por turnos y tuvimos que esperar casi una hora para poder hacerlo. Guardo una foto de lo que vi en ese lugar, pero creo que no hay forma de documentar la sensación que nos produjo aquella instalación. Era como un santuario de la Tierra y a la vez un verdadero tanatorio de la vida en la Tierra. Es una de las piezas más poderosas que he visto nunca. Lo menos previsible de Münster, los secretos escondidos bajo una sólida pista de hormigón.

Radio, Madre, Música clásica,

Memoria y Campos

      Hablo con mi madre, que tiene Alzheimer, y le pregunto sobre la familia y el exilio en México. Julián Calvo, su tío favorito, el gran masón que regresó a España triunfantemente decepcionado de vivir hacia el año 79. Un hombre menudo, capaz de escapar de todos los peligros imaginables que la vida le puso delante. Le pregunto por los detalles de la dispersión de la familia. Arranca a hablar y recuerda perfectamente esa parte del tiempo que vivió y los enlaza nítidamente con la deriva colectiva a la que se entregó Europa en aquellos años terribles. Hablamos de pianistas y de música. Le pregunto sobre lo que hizo por la mañana y no se acuerda, pero le pongo a Rachmaninov y lo reconoce al instante, igual con Chopin, Berliotz o las sonatas para piano de Mozart... seguimos hablando. Se acuerda perfectamente cuando iba al conservatorio, del derribo de los baños árabes de la ciudad, o de la casa de verano de la playa. Recuerda lo mal que comía y el éxito económico de los estraperlistas de la ciudad en los años 40, de cómo se jugaban la libertad vendiendo comida a domicilio; animales vivos, verdura, frutas y cereales. Recuerda y cuenta con detalle lo que le pasó a sus tío-abuelos, la mirada vacía con la que regresaron tras pasar años en la cárcel, pero no sabe qué comió, si ha comido, o si ayer fue martes.

      Me habla del rostro de su tío Pepe, encarcelado por ser un magnífico pianista que tocaba en los cafés de la ciudad y poco más. Del encarcelamiento de la hermana de su madre, etc... hablamos 

de música cada poco. Hago de dj para ella con el giradiscos poniendo vinilos y tarareando armonías. Reconoce cada pieza, sin dudar demasiado. En un momento me describe sus clases de piano en el teatro Romea, donde estaba entonces el conservatorio superior, de Massoti Littel, su estimado maestro. Reconstruye la imagen de las tinas metálicas de agua caliente en las que metían las manos en invierno para ganar agilidad en las articulaciones. Todo está medio fresco y medio borrado en su memoria, 81 años, todo se evapora pero aquello que se fijó hace 70 años sigue intacto, petrificado y a la vez legible entre los pliegues del cerebro. Un planeta de agua y electricidad. 

      La dejo dormir un rato y me pongo a leer a Alex Ross y su libro El ruido eterno (2009). Arranco a leer por una página al azar, adelantado a la marca que llevo en el libro y al orden de mi propia lectura. 

 

      Aún en Auschwitz seguía sonando la música. Se formaron orquestas masculinas en 1941 y 1942 y tocaban para la edificación de los miembros de las SS. Una ambiciosa oficial de las SS decidió fundar una orquesta femenina en 1943 y reunió a un grupo variado de instrumentistas aficionadas y profesionales. La calidad del grupo mejoró de forma espectacular cuando Alma Rosé, sobrina de Gustav Mahler, violinista y directora vienesa de gran talento se puso al frente. Como cuentan Richard Newman y Kraren Kirtley en su biografía sobre Rosé, logró reunir a un grupo disciplinado de unos 50 músicos. Consiguió que los oficiales de las SS les suministraran materiales. El repertorio era variado, valses de Strauss, fragmentos de ópera, el primer movimiento de la Quinta de Beethoven, partes de la Sinfonía Del Nuevo Mundo de Dvorak, y Träumerei (Ensueños) de Schumann, esta última entre las favoritas de Mengele. 

 

      “Ella vivía en otro mundo” afirmó una superviviente sobre Rosé. “Para ella la música significaba su amor y sus desilusiones, su pena y sus alegrías, su eterno anhelo y su fe y esta música flotaba en lo alto sobre la atmósfera del campo”. Rosé enfermo y murió en abril de 1944, murió aparentemente de botulismo. (Ross, 2009, p.447) 

 

     Observo de nuevo a mi madre dormida y me quedo pensativo, visualizando los años de plomo que esta gente vivió. Pienso en Julián Calvo, cuando regresó a Murcia, después de 40 años: no reconocía partes enteras de la ciudad en la que nació y vivió hasta los 20, cuando se marchó a Europa y al exilio. No solo la ciudad y su colección de joyas arquitectónicas había desaparecido; parques, jardines, huertos, todo era irreconocible.Todo se había borrado sin necesidad de bombardear, sin terremotos ni catástrofes naturales. Los vencedores decidieron arrasar el patrimonio urbano, por placer. 

 

      Veo que se despierta. 

-Mi Madre: ¿Qué haces aquí? ¡Qué sorpresa!

-Yo: Nada madre, leer y beber agua.
-M: Me da gusto verte, vaya. Sí, qué gusto verte aquí sentado. ¿Cómo te va, qué haces ahora, tienes dinero, y tu novia? ¿En qué andas trabajando...?

-Y: No tengo novia, bien.Ya sabes, los tiempos cambian. Oh sí, mucho trabajo. ¿Tienes sed? ¿Qué quieres escuchar? Chopin, Bach, la Radio...

-M: La Radio. La radio es fabulosa, llevo escuchando la Radio toda mi vida. No sé quién quiere coleccionar discos, todo está en la Radio, ahí, en el aire. Ahí. Siempre te sorprendes.

      “El buen caminante no deja huellas” (Tsé, S.VI a. C.), cierto. Para qué poseer carpetas con discos, estuches, casetes, discos duros.Todo está en el aire, antes en la radio y los estudios centrales, ahora internet en algún lugar entre el falso techo y el cielo. Como esos músicos que salieron de Auschwitz volando, convertidos en humo, cuantos buenos músicos y compositores se evaporaron por esas chimeneas mezclados con el oxígeno, las cenizas y el vapor de la carne abrasada. 

 

      -M: Llevo toda mi vida escuchando la Radio... qué maravilla. Puedes escuchar casi todo, si tienes tiempo puedes escuchar casi a todos los clásicos. Sentado en tu casa, trabajando, cocinando. Sentado en un sofá, escuchando idiomas y canciones de todo el mundo... todo está en el aire. Es increíble. 

 

      La dispersión de Rayleigh es la dispersión de la luz visible o cualquier otra radiación electromagnética por partículas cuyo tamaño es mucho menor que la longitud de onda de los fotones dispersados. Ocurre cuando la luz viaja por sólidos y fluidos transparentes, pero se ve con mayor frecuencia en los gases. La dispersión de Rayleigh de la luz solar en la atmósfera es la principal razón de que el cielo se vea azul, es el resultado de la polarización eléctrica de las partículas. El campo eléctrico oscilatorio de una onda luminosa actúa sobre las cargas de las partículas provocando que oscilen en la misma frecuencia. La partícula se convierte en un pequeño dipolo radiante cuya radiación visible es la luz dispersada.   

La Falsificación es un Camino. B71. Un proyecto con Pedro Guirao y Marco Salso

      No sé tocar el piano pero siempre he querido tocarlo. Siempre, ha sido mi instrumento favorito, más que cualquier otro, más incluso que el saxo o la guitarra.Toda mi vida escuchándolo, oh sí ¡siempre! 

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Fig.11 y 12. Balanza, E. Casiotone 84, Bodegón analógico, 2016. [ Cartón corrugado pintado]. Cortesía del artista.

      Como no quise entonces pasar años en una escuela (siempre he detestado las escuelas y adoro el instrumento) comencé a construirlos en cartón a escala real guiado por unas fotos, algunos planos, mis dulces frustraciones y la ayuda de un diseñador gráfico estupendo, Rafael Moratinos. Desde hace años los construyo en cartón y papel, para poder tenerlos cerca e imaginarlos. Muertos, mudos, silentes (Figs. 11 y 12). 

      Un bazar de instrumentos de metacrilato iluminado y cartón coloreado que no pueden hablar. Pianos de cola, teclados, sintetizadores, piano de pared, hasta un órgano de 6 metros de cartón crudo que instalé con ayuda de Stephan Bosse en la Sala Verónicas de Murcia (Fig.13).

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Fig. 13. Balanza, E. Detroit 1991, 2016. [cartón corrugado pintado]. Cortesía del artista.

       Continúo con mis investigaciones sobre la música y no acierto a encontrar el momento de ponerme a estudiar y practicar con el piano, pero le cambié a un amigo un piano electrónico por una serigrafía y decido jugar con las teclas durante un tiempo. A los pocos meses, veo que tengo que construir un instrumento a mi medida, un órgano de verdad que emita sonidos propios. Un nuevo instrumento con un nuevo timbre.

 

      Presento un proyecto bien elaborado y tengo la suerte de que me dan la Beca Leonardo de investigadores y creadores de La Fundación BBVA y comienzo a desarrollar un instrumento con la ayuda de un equipo profesional. Todo va muy lento, pero marcha muy bien. 

 

      A los 14 meses conseguimos terminarlo.

      B71[4] (2019) (Fig.14) es un instrumento sonoro que toma, de los órganos barrocos y románticos, las referencias básicas con las que articular un ingenio capaz de emitir sonidos con un registro propio, producido mediante vibraciones a través de planchas metálicas. La máquina es un instrumento capaz de conectarse a satélites y transformar datos atmosféricos en datos MIDI, y de ahí, a sonidos articulados, reproducidos por altavoces vibradores conectados a planchas de metal y con esas vibraciones, música. El órgano es capaz de emitir registros variados con un rango dinámico estable y trabaja en modo manual y auto. El modo manual permite incorporar la intervención humana y disparar directamente notas desde las teclas. El modo autores conceptualmente más inquietante, al abstraer el modo de producir el sonido de los órganos y mezclarlo con la meteorología, acoplando así el clima y el entorno cambiante al repertorio. Sustituyendo el aire que normalmente se emite por los tubos de un órgano convencional, por el sonido obtenido de los datos extraídos de la atmósfera y sus combinaciones de presión, humedad, viento, temperatura, hemos introducido el factor ambiental como un compositor impredecible con el que generar sonidos y una analogía con el aire. B71 opera traduciendo cada uno de esos valores, reinterpretándolos y produciendo un sonido final que es la combinación datos, intervención manual, tecnología analógica y digital. La máquina se conecta a webs de datos meteorológicos y compone ella sola... ahora queremos conectarla con partes meteorológicos que puedan estar conservados en archivos y reproducir el tiempo que hizo por ejemplo el día de mi nacimiento, en el 71, y hacer música con esos archivos meteorológicos

4 Balanza, E., Guirao, P., y Salso, M. (2019). B71. Obtenido de https://vimeo. com/313545114

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Fig.14. Balanza, E. B71, 2019. [Órgano]. Cortesía del artista

El B71 también combina sonido y luz, es casi una escultura y genera luz a través de cajas de metacrilato con leds que se activan y combinan con el sonido. 

 

      El instrumento posee dos cualidades únicas que me interesan. Una de las cosas que más me gustan de nuestro instrumento es esa conexión con los datos meteorológicos en la atmósfera y la programación que permite traducir datos en sonidos. Una nueva forma de emplear la atmósfera y la información que se obtiene de ella, de sus constantes cambios. La otra es que no necesitas una formación especial para aprender a jugar con él. Está diseñado para que en una mañana puedas hacer música tú solo. Los experimentos que hemos hecho con niños y con adultos a los que les gusta la música, pero no tienen formación, son inquietantes e instructivos. Nadie lo toca igual, porque no lleva una afinación-ordenación estándar. Sus escalas reordenadas por grupos tonales y desordenadas sobre sí mismas, te permiten componer como quieras, improvisando al tiempo que aprendes. Con la ayuda de una clase muy básica puedes tocar y aprender a diseñar tus propias canciones, no a componer.

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Figuras y audios: 15, 16, 17, 18, 19. Balanza, E. B71, 2019. [Cinco vistas de la pantalla del ordenador del órgano B71 mostrando cinco geolocalizaciones y sus correspondientes sonoridades atmosféricas grabadas en pistas de audio]. Cortesía del artista.

BIO

Eduardo Balanza 

Artista visual y Diplomado en Medios Audiovisuales en España, estudia Cine Documental y Guion cinematográfico en la Escuela internacional de Cine y TV de La Habana, Cuba (EICTV). En los EEUU cursa diferentes talleres en la School of Visual Arts de Nueva York y New Parsons School of Design.

Reside en Berlín desde el año 2008 al 2013, disfrutando de la beca de investigación del PAC Ica Murcia, dotado con una residencia en Glogauair y trabajando en tres producciones con la compañía de Ida Müller y Vegar Vinge, en su saga sobre Ibsen a lo largo de ese periodo. 

 

Su obra ha sido mostrada en el Museo de Arte Contemporáneo de Finlandia, Kiasma, La Conservera, Bethanien Kunst Raum, Berlín, y ha asistido como invitado a festivales como Benicassim, S.O.S. Escena Contemporánea Madrid, Manifesta Paralelos 8 (Murcia), La Mar de Músicas (Cartagena), Festival de otoño “Høst Punkt” en Skyen, Noruega, o La Bienal de Örebro Suecia. Participa en las dos últimas itinerancias de la exposición “Punk, sus rastros en el arte con- temporáneo” en MACBA, Barcelona y Museo del Chopo, Ciudad de México.

Su trabajo toma la música y el sonido como punto de partida desde el que lanzar investigaciones desde la perspectiva de la instalación, la performance o la escultura. Dentro de su obra subyace una reflexión sobre el modo en que nos relacionamos con los paisajes, naturales o artificiales, y sobre los rituales que
se han asociado estrechamente no sólo a las tradiciones y a los recuerdos, sino también a los objetos. La tecnología obsoleta, las formas de entretenimiento, el arte y la tecnología o el estudio de la radio difusión, son algunos de sus campos de investigación.

Referencias

Schafer, R.M. (2013). El paisaje sonoro y la afinación del mundo. Barcelona: Intermedio.
BBC Mundo. (1 de julio de 2016). ¿De dónde vienen los escalofriantes sonidos que produce la aurora boreal?. BBC. Recuperado de https://www.bbc.com/mundo/noti- cias-36673156
Merino, J. M. (2013). Las vibraciones de la música. Alicante: Club Universitario (ECU).
Ross, A. (2009). El ruido eterno. Barcelona: Seix Barral.
Tsé, L. (S.VI a. C.). Tao Te King. Recuperado dehttps://www.elejandria.com/libro/descargar/tao-te-king/tse-lao/107/137

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